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TÚ PUEDES

En el principio, cuando Dios se propuso crear al hombre, se dijo:

"Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra." Gén.1:26.

Esto se entiende como que fue la voluntad de Dios que el hombre tuviese señorío, o lo que es igual, pleno dominio, sobre todos los demás seres de la creación terrenal; y eso no tan sólo en forma generalizada como sucede en la actualidad, sino también en una forma personal y directa, de modo que todas las bestias, incluyendo las feroces, estuviesen sumisas a la voluntad del hombre.
¿Por qué ese señorío se ha debilitado hasta el punto de que ahora cualquier ser humano es impotente, cuerpo a cuerpo, ante un animal feroz? Por el pecado, pues el pecado fue causante de la caída espiritual del género humano, y por lo tanto de su degeneración física y moral. El pecado hizo que hayamos perdido muchas de las mejores facultades de que podía disfrutar el hombre inocente.
En el libro de los Salmos, y en el evangelio de San Lucas, se puede leer:

"Sobre el león y el basilisco pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón." Sal.91:13.

"He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará." Luc.10:19.

Algunos pueden interpretar estos pasajes de las Escrituras en sentido figurado, pero todo indica que esas palabras quieren decir lo mismo que dicen: Que los hombres santos, libres de la corrupción del pecado, pueden ejercer, de hecho, el dominio que Dios concedió una vez a la humanidad. Prueba de ello es la victoria de Sansón y la de David sobre el león y el oso; prueba de ello es la actitud de los leones ante Daniel en el foso; prueba de ello es también la inmunidad de Pablo al veneno de la víbora.

"Y Sansón descendió con su padre y con su madre a Timnah; y como llegaron a las viñas de Timnah, he aquí un cachorro de león que venía bramando hacia él. Y el Espíritu de Jehováh cayó sobre él, y despedazólo como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano..." Juec.14:5 y 6.

"Y David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre, y venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, y salía yo tras él, y heríalo, y librábale de su boca: y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; pues este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente." 1Sam.17:34-37.

"Entonces habló Daniel con el rey: Oh rey, para siempre vive. El Dios mío envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen mal: porque delante de Él se halló en mí justicia: y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho lo que no debiese." Dan.6:21-22.

"Entonces habiendo Pablo recogido algunos sarmientos, y puéstolos en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le acometió a la mano. Y como los bárbaros vieron la víbora colgando de su mano, decían los unos a los otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado de la mar, la justicia no deja vivir. Mas él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún mal padeció. Empero ellos estaban esperando cuándo se había de hinchar, o caer muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, mudados, decían que era un dios." Hech.28:3-6.

¿Te agradaría, amable lector, ser una persona victoriosa como fue David, Daniel o Pablo? La Palabra de Dios te indica cómo lograrlo. ¡Sí, tú puedes lograrlo! Pero para ello es necesario que obtengas antes una victoria mayor.
Cuando Caín se disgustó porque el tributo de Abel fue más aceptable que el suyo, Dios le dijo:

*"Si bien hicieres, ¿no serás ensalzado? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta: con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él." Gén.4:7. Ver abajo este mismo versículo según otras versiones de las Sagradas Escrituras.

En este pasaje hay una personificación del pecado; es decir, Dios lo presenta como a una persona que se esconde tras la puerta acechando a Caín, con el deseo de adueñarse de él; y aunque la orden divina fue: “Tú te enseñorearás de él” (quiere decir: “Tú debes dominar al pecado que quiere dominarte”), Caín, como si no hubiese sido alertado y alentado, se dejó dominar por el pecado, haciendo esto que su descendencia fuese cada vez más degenerada hasta el punto que toda la tierra fue llena de violencia y depravación, por lo que Dios tuvo que enviar el diluvio.
La humanidad postdiluviana también se corrompió, pero Dios escogió un pueblo singular al cual dijo:

"...Santos seréis, porque santo soy yo Jehováh vuestro Dios." Lev.19:2.

Este mandato no fue solamente para los antiguos israelitas, pues también a los gentiles convertidos al cristianismo se nos ha extendido el mismo imperativo:

"...escrito está: Sed santos, porque yo soy santo." 1Ped.1:16.

Santo es el que vive en santidad. Santidad es libertad del pecado, por lo cual santo es aquel que no es vencido por el pecado, sino que al contrario; vence, domina o se enseñorea sobre el pecado.

"Cualquiera que hace pecado traspasa también la ley; pues el pecado es transgresión de la ley." 1Jn.3:4.

"Toda maldad es pecado..." 1Jn.5:17.

"Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, es siervo de pecado." Jn.8:34.

"¿No sabéis que... sois siervos de aquel a quien obedecéis, o del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?" Rom.6:16.

En las dos últimas referencias, tanto Jesús como el apóstol Pablo también se expresaron personificando al pecado, de modo que el pecado aparece como amo o señor, y el hombre que comete pecado es su siervo. De acuerdo con esas palabras ningún ser humano es enteramente libre, pues el que rehusa ser siervo de Dios y rehusa obedecer sus mandamientos, no es más que un siervo del pecado, esclavo de los vicios, de los malos pensamientos y bajas pasiones que proceden del corazón no regenerado. Mat.15:19.
Muchas personas, incluyendo a líderes religiosos, afirman que al hombre le es completamente imposible guardar los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. En parte ellos tienen razón, pues como dijo San Pablo:

"Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la Ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los que están en la carne no pueden agradar a Dios." Rom.8:7 y 8.

Es cierto que los herederos de la naturaleza caída de Adam, los hombres carnales, no pueden sujetarse a la Ley de Dios, pues están totalmente dominados por el «señor pecado», la misma fiera que tras la puerta acechaba a Caín. Al decirse: “no puede”, es porque realmente NO PUEDE. La única forma en que alguien SÍ PUEDE sujetarse a la Ley de Dios es cambiando de naturaleza. Por eso Jesús dijo:

"De cierto, de cierto os digo, que el que no naciere otra vez, NO PUEDE ver el reino de Dios." Jn.3:3.

¡Como! ¿Nacer otra vez? ¡Sí!

"Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios." Jun.3:5.

Por eso San Pablo, después de afirmar que los que están en la carne no pueden agradar a Dios, continúa diciendo a los ya regenerados:

"Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros..." Rom.8:9.

Con esto concuerdan las palabras del apóstol Juan, cuando dijo:

**"Sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca; mas el que es engendrado de Dios, se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca." 1Jn.5:18. Ver nota abajo.

¡Qué gran revelación! El maligno, el pecado, el mismo que desde el principio se esconde para someter a su deseo a los hijos de Adam, ese tirano agazapado, no tiene dominio sobre los que son nacidos de Dios.
En los últimos siglos muchos millones de personas han recibido el bautismo de agua, y otros muchos afirman haber recibido el bautismo del Espíritu, pero, lamentablemente, muy pocos han demostrado haber nacido otra vez. ¿Quién es quién? Todo aquel que, aun queriendo, NO PUEDE sujetarse a la Ley de Dios, es porque no ha cambiado de naturaleza; no ha sido regenerado en el Espíritu, aunque le hayan metido en el agua y se haya estremecido muchas veces.
Los que son nacidos del Espíritu, como el viento (Jn.3:8),

"Tú te enseñorearás de él (del pecado)." Gén.4:7.

"He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará." Luc.10:19.

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." Fil.4:13.

"Someteos pues a Dios; resistid al diablo, y de vosotros huirá." Sant.4:7.

Entonces: ¡Fuera los que predican la resignación ante la impotencia! ¡Fuera los que quieren justificar la violación a la Ley de Dios! ¡Fuera los confundidos! El reino de Dios es para los victoriosos (Mat.11:12), y en el nombre de Jesucristo TU PUEDES ser un vencedor.
Es verdad que en los primeros siglos de nuestra era muchos cristianos fueron destrozados por las fieras en el circo romano, y Dios no lo impidió, pero aun en el caso de que se repita la historia no debes temer, pues Jesús dijo:

"Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar... Mat.10:28

Cuando hayas logrado la principal victoria, que es la victoria sobre el pecado, ya no tendrás que preocuparte por los osos, por las serpientes ni por los leones.

Ob. B. Luis, Zitoon Yerbaniz, noviembre de 1986.

 

*“¿No es verdad que, si obraras bien, andarías erguido, mientras que, si no obras bien estará el pecado a la puerta como fiera acurrucada, asechándote ansiosamente, a la que tú debes dominar? Cesa, que él siente apego por ti, y tú debes dominarlo a él.” Gén.4:7. Versión Nacar-Colunga.

"...Más si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar." Gén.4:7. Biblia de Jerusalén.

"...Pero si no te diriges a hacer lo bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti, y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?" Gén.4:7. Versión Nuevo Mundo.

"...Sí hicieres lo bueno, podrás levantar la cara; pero como no lo haces, el pecado está esperando el momento de dominarte. Sin embargo, tú puedes dominarlo a él." Gén.4:7. Versión Popular.

 

**NOTA
No quiere esto decir que los que han experimentado el nuevo nacimiento ya no están más expuestos a pecar. Si alguno no “se guarda a sí mismo”, entonces el maligno sí le toca, y hasta puede llegar a someterlo nuevamente a su dominio.
no tienen señales visibles, pero sí tienen señales de poder (dones) según Mar.16:16,17; y lo que es más importante aún, señales de transformación del carácter (fruto) según Gál.5:22 y 23.